Nunca dejaría de ser Educadora Social...

A través del contacto con personas que presentan dificultades sociales tales como desajustes vitales, problemas de adaptación al entorno y adolescentes en situación de conflicto social grave, todos estos factores que hemos catalogado como debilitadores, he aprendido a comunicarme con los demás de una forma distinta, altamente gratificante, siendo capad de mirarme a mi misma a través de los ojos de otros y ponerme en su lugar, lo que llamamos empatía.

De ellos, he adquirido, la habilidad de ser más resistente, con la cual me siento más competente a la hora de responder a las demandas del contexto en el que he decidido desarrollar mi actividad profesional, lo que implica ser más competente a la hora de manejar el estrés y persistente en el empeño de persentar menos dificultades para experimentar procesos de resiliencia. He aprendido a confiar más en el esfuerzo y a valorar el apoyo social para ser más creativa a la hora de buscar y encontrar estrategias de afrontamiento cuando los obstáculos parecen insalvables.

NUNCA DEJARÍA DE SER EDUCADORA SOCIAL, porque he aprendido lo que la empatía y puedo expresar mayor satisfacción en el trabajo y trabajar más y mejor en equipo.

Y muchos de vosotros y vosotras os preguntaréis a que viene esta reflexión. Pues bien, a lo largo del tiempo también he descubierto que la principal función de mi futuro trabajo es la de compartir y contagiar estados emocionales positivos, ya que no podemos ni debemos olvidar, que estados emocionales negativos entorpecen gravemente el desarrollo de la autoestima, que correlaciona con una pobre percepción del bienestar subjetivo y de la vivencia de competencia y seguridad lesionando las capaciadades de atención y por tanto afectando a la memoria, dimensión básica del aprendizaje. Seguir aprendiendo es el proyecto del que no quiero apearme, por el momento.

¡¡¡Un saludo y feliz fin de semana para todos y todas !!!